San Mateo
Evangelio según san Mateo (9,9-13)
En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.»
Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Palabra del Señor
En Cafarnaúm, alrededor de la mesa, el sol brilló con mil luces nuevas. Una mesa de pan y vino para pescadores con hambre y sed de escuchar las palabras del Señor. Pues, lo mismo que el médico solo puede curar a los enfermos que reconocen serlo, la mesa de Dios no puede saciar más que a hombres conscientes de su hambre, y su sol no puede calentar más que a pecadores debilitados por su “noche”.
En este banquete lleno de pecadores, los fariseos, los que se sienten justos, sanos y salvados se escandalizan de que Jesús se siente con ellos porque en Oriente comer juntos significa comunión de vida y sentimientos. Jesús al conversar con ellos le muestra que está en la línea de la misericordia reprochándoles su legalismo que los hace insensible a las auténticas necesidades del Espíritu y de los hombres sus hermanos.
Jesús llama a Mateo para dejar claro que no excluye a nadie. Todos están/estamos llamados. Por mucha historia negativa que llevemos a nuestras espaldas, Dios está siempre esperándonos a la vuelta de cualquier esquina para invitarnos a seguirle. Y es capaz de hacer con nosotros cosas tan grandes como hizo con Mateo. Porque, como dice Jesús en el Evangelio de hoy: “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa ‘misericordia quiero y no sacrificios’: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.”
¡Paz y Bien!